12 agosto 2009

El Favor

Estacionó su auto en el espacio habitual.

Tocó la puerta de la casa que conocía bien. No usó su llave.

Abrió Teresa,... Tracy, pero ahora no se atrevía a decirle así.

Se miraron sin hablar.
Teresa esquivó su mirada y vió el auto estacionado.
Él no dejó de mirarla.

-Hola- dijo Teresa -¿cómo estás?- con tono apagado y nervioso.

Ella entró. Él pasó a la casa, siguiéndola.
Llegaron a la cocina. Sobre la mesa había un viejo y limpio horno de microondas.

Ambos se posaron frente a él, lo miraron durante medio minuto.

-Ahí está- dijo Teresa.
-¿Todavía sirve?- preguntó él.
-Si. Lo probé en la mañana... Lo limpié, estaba lleno de polvo del closet-

Habían comprado ese horno por mucho dinero hace ventitrés años, dos días después de la boda.

-¿Te ofrezco algo de tomar?- preguntó ella.

Él negó con la cabeza, con un dejo de vergüenza.

-Gracias. Mejor me lo llevo y me voy-
-Está pesadito-
-No importa, traigo el coche-
-¿Seguro?, ¿No quieres una bolsa ó algo?-

Tomó el microondas con ambas manos. Era pesado, pero no demasiado.
Caminó hacia la puerta cargándolo. Ella lo siguió.

Se despidió, no soltó el horno:

-Ya me voy-
-Cuídate. Ojalá te sirva.-

La miró.

-Te amo-

Ella no contestó. Le dió el adiós con su mano y cerró la puerta.

Puso el viejo horno en el asiento trasero.
Se fue y nunca volvió.

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