31 marzo 2010

Los Buenos Tiempos Nunca Vuelven,... Nunca Volvieron

          El día que tuve aquel sueño en el que ella apareció me reuní con un viejo amigo.


          No habíamos podido vernos. Era un amigo del norte que se mudó un tiempo para trabajar, regresaba a su ciudad en un par de días. Yo había trabajado todo el año y casi no había podido ver a nadie, ni siquiera a mi ex-mujer, cuando todavía era mi mujer.

          Nos vimos a las once de la noche en un café que cerraba a las doce, sus amigos le habían organizado una cenita de despedida que acabó temprano. Por mi parte, había estado solo toda la semana. Desde que se fue solo iba al trabajo, comía sopas instantáneas y comida rápida de los mini-mercados, volvía a casa y me dormía, me bañaba con agua fría en las mañanas, cuando se acabó el tanque de gas no quise pedir otro, me apenaba que alguien entrara a mi casa y me viera solo, entre trastes sucios y con los muebles empolvados. Ni siquiera dejaba que mis hijos me visitaran.
          No le conté nada de eso a mi amigo, solo le dije que Vanessa me había dejado, también le dije que me iba bien en el trabajo y una mentira, que me sentía mejor solo.
           En realidad no dejaba de pensar en su rechazo, me levanté al baño un momento, al salir, me miré en el espejo fijamente, me di cuenta de que no soy feo, pero por alguna razón me sentía el hombre más feo y sucio del mundo y me daba pena que las mujeres del café me vieran pasar para llegar a mi mesa.

         Mi amigo me hizo reir mucho, como cuando nos veíamos casi diario en el trabajo que tenía en el norte, siempre es muy grato verlo.
          Me contó de la reciente muerte de su abuelo, él estuvo a su lado y escucho sus últimas palabras “Los buenos tiempos nunca vuelven, … nunca volvieron.”
         
          He pensado en eso todo el tiempo.
         
          Le conté el sueño que tuve, en donde salía Vanessa:
          Estaba encerrado en un moderno centro comercial gigante, oscuro y solitario. De plástico, aritificial. Yo estaba solo, pero sabía que había mas gente ahí, el lugar era tan grande que nunca nos habíamos visto entre nosotros, y estábamos lejanos, como si una fuerza invisible, una especie de dios controlador nos hubiera puesto ahí al azar, solos. Podía escuchar los ecos de los demás.
          Deambulaba y encontraba una tienda, que solo abría una hora, de la medianoche a la una de la mañana, atendida por un especie de brujo y desde donde se podía ver, por una ventana detrás de el y su mostrador, afuera, un estacionamiento, con árboles, en donde en realidad no era de noche, sino un día muy claro y con un cielo muy azul y despejado. Incluso podía imaginar la brisa y el calor del Sol.
          Tuve que salir corriendo de ahí, porque me hipnoticé con la belleza que vi desde la ventana, no sabía si era una imagen falsa o verdadera, no me importaba. Si uno se quedaba encerrado en esa tienda, nunca podría volver a salir, ¿eran las barreras de la locura?
          En cuanto salía me encontraba con Vanessa, la primera y la única persona que había visto ahí, el brujo no era humano, era más bien demoniaco.
Vanessa, tan hermosa como siempre la había visto, con su cabello largo y amarillo y su boca tan suave y pequeña, tan rosada y tan suya, sus ojos azul verdosos e incluso sus cachetes chapeados. Mi inconsciente la recordaba bien y seguía enamorado de ella.
          Me miraba con sus ojos que pedían compasión, nunca me pude resistir a esos ojos, ni siquiera en mis sueños.
          Me decía que la ayudara a salir de ahí, por favor, estaba asustada.
          No le contesté nada, pero dejé que me siguiera, caminé para encontrar una salida, primero para ella, luego para mí y la protegía de cualquier peligro, vimos a otra persona que la intentó atacar, yo la defendía, pero nunca le dirigía la palabra.

          A mi amigo le pareció interesante mi sueño y me sugirió que lo escribiera.
         Nos subimos a su auto y me llevó a mi casa. En cuanto salí me volví a sentir solo. Nos despedimos, me dio alegría verlo.

          Hablé con mi amiga Jane por teléfono. Ella siempre escucha, es buena, quiero mucho a Jane.
          Me aconsejó que me tranquilizara y que me durmiera, ella estuvo conmigo el día que Vanessa me dejó.
          No quise confesárselo, pero, horas antes había sacado el vodka y me había bebido la mitad de la botella.

          Esa noche soñé con Jane. Estábamos de vuelta en la universidad y ella se salía de clase, parecía enojada.
          Yo la seguí hasta el anfiteatro de nuestra escuela, donde poníamos obras de teatro y la encontraba llorando, con la parte superior de su cabeza, rapada, y las partes inferiores, sobre las orejas, con cabellos largos.
          Ella tenía miedo, de que al salir, el mundo fuera difícil. Yo le decía que no llorara, que iba a ser más fácil de lo que pensaba, yo mismo sabía que estaba mintiendo, siempre he pensado que el mundo se va a la mierda.
          La abracé un momento, quería que dejara de llorar. Le besé la cabeza rapada, creyendo mi mentira, le dije que todo iba a estar bien, que el mundo no era tan difícil de sobrellevar. En ese momento, le creció el cabello en segundos.

          Cuando desperté ya era de día.
          Lavé los platos, limpié mi casa, no fui a trabajar.

          Estoy pensando si enviarle o no esa carta a Vanessa en donde le digo que sea feliz, que todo está bien. Donde le digo que quiero que los nuevos tiempos sigan siendo buenos.

(—- Gracias Luis)

15 marzo 2010

D.F. 2

Nos levantamos a las 9, es domingo y no hubo trabajo, así que decidimos ir al zoológico.

No fuimos al zoológico de Chapultepec, porque la novia de Teby, Aliosha, no quería ir, ya que
decía que estaba lleno de chilangos, además, estaba enferma y el zoológico de Aragón le quedaba más
cerca de su casa.
Todos mandileamos junto con Teby y fuimos a ese zoológico...
Para llegar, tuvimos que tomar dos líneas de metro y un taxi, la novia de Teby llegó tarde.

El día anterior había prometido llevar unas chavas para que acompañaran. No cumplió, pero llevó a su mamá
para que cotorreara con mi jefe.

Atravesamos uno de esos gigantescos y horribles parques chilangos para llegar al zoológico Aragón.

Se me ocurrió en la mañana que podrían salir cosas buenas para el documental, así que el Koma cargó la cámara en sus mochila todo el día, pobre Koma, en realidad no usamos la cámara.
Cuando revisaron la mochila en la entrada, no nos dejaron entrar con nuestra cámara de video.
Discutí con el vigilante, después, fui a la cabina de Dirección de Seguridad, que estaba estúpidamente atrás del zoológico, en una de esas manzanas gigantescas y horribles del D.F., un gordo con cara de estúpido, que era el director de Seguridad del zoológico, no nos dejó entrar.
Hay tres formas de hacer las cosas: La Buena, La Legal y La Mañosa.
Al haber agotado las primeras dos, optamos por la tercera.

El guardia de la entrada nos dijo "Pues quítele el enfoque y nada más quédese con la cámara"
Yo le dije que lo me dijo no tenía sentido, pero cuando volvimos de la caseta de Seguridad, hice que lo adquiriera.
Koma le quitó el parasol a la cámara mientras, desde el otro lado de la puerta, mi padre le armaba pleito a un guardia  todos los demás gritaban.
Cuando los dos guardias que estaban no pudieron con el stress, le mostré la cámara y le dije "Pos ya le quité el enfoque", al ver esto, me dejó pasar.
La ignorancia es mala, pero si la usas a tu favor, hace el paro.

El zoológico no era nada impresionante y decidimos ir al cine.
Es aquí donde te exhorto lector, a unirte al nuevo grupo que abriré en internet "Mexicanos unidos contra Cinemex"
Vimos "Shutter Island", buenísima película de Martin Scorsese... a algún idiota se le ocurrió entrar con un bebé a la sala, y ponerse justo detrás de mí. A algún idiota se le ocurrió vender ese boleto y dejar entrar a ese bebé a la sala. A algún otro idiota no se le ocurrió corregir el foco de la proyección y a algún último idiota no se le ocurrió dar aviso de la mala proyección de la película, siendo que al parecer, hacen guardia cada 20 minutos.
Como la película estaba buena, no quise dejar de verla, pero estaba muy molesto.

Pedí hablar con un gerente, para ello tuve que explicar que quería decir.
Le expliqué al gerente, con agresividad natural, mi problema, pedí un reembolso de mi dinero o un nuevo boleto para esa película. El gerente me explicó que yo era el que tenía la culpa por no haber dado aviso durante la película, aclaré que ellos eran los de a culpa por no tener el sentido común de pensar que un bebé lloraría y molestaría en la película.

Le dije al gerente si podía hablar con alguien más arriba que él, "alguien mas inteligente que él".
El me contestó que, de hecho, si había alguien mas inteligente que él. Su supervisora.

Hablé con ella mientras un gorila se me acercaba, no se para qué. Se parecía  Michael Clarke Duncan, pero con voz de pito.
Después de mucho discutir no obtuve nada, pero al menos le dije incompetente a toda su gente y les dije que les podía arreglar el foco a sus proyectores.
También aprendí que bebés, por ley cinematográfica, pueden entrar a películas B-15.

Cada vez que voy a Cinemex lo odió mas que la vez anterior. (Por cierto, ellos cancelaron el FICCO)

Tomamos el metro para regresar, cenamos y le dimos una leída al guión.
La leída seguirá mañana por la mañana porque papá ya está cansado, duerme plácidamente y ronca en la cama de junto.
Ya está grande mi papá, tengo la responsabilidad de cuidarlo como él me cuido de niño.

13 marzo 2010

D.F. 1

Hoy salimos al D.F.
Desayunamos en una fondita, pedí un jugo de naranja.
Como siempre, pedí dos hielos, me lamenté porque no había azúcar en la mesa como en los cafés. Yo siempre me preparo una naranjada después de darle unos sorbos al jugo, así me ahorro un dinerito, dijeron que soy un codo.
Llegamos a la conclusión de que deberían inventar una naranja transgénica, sin gajos y solo jugo.

Llegamos al D.F. como a las 2 de la tarde.

Naturalmente, hubo un choque justo frente a nosotros, alcanzamos a pegar en la defensa, no pasó nada.
A un judío que caminaba tranquilo le cayó encima la rama seca de una palmera en la esquina de Reforma e Insurgentes, le sacó un sustote. Me reí mucho, de hecho me sigo riendo ahora.

Tardamos una hora y quince en llegar al WTC, donde nos quedamos de ver con Daniel y Teby, mis amigos CCCeros.
Daniel iba con su nueva novia (?), se estaban comiendo un pastelito, en cualquier otra situación, compartiría el pastelito conmigo. Se me antojó y lamí la envoltura.
Teby demoró veinte minutos por culpa del Metrobús.

Tocamos el tema de las tostadas Coyoacán. Llegamos a la conclusión de que ahí usan las naranjas transgénicas de las que hablamos.

Dejamos las cosas en la casa donde nos vamos a quedar.
Fuimos a comer a una comida corrida en un restaurante yucateco que estaba afuera. El dueño estaba pedo y nos saludó con enjundia, justo enfrente, en el Sindicato de Electricistas había un concierto de Resistencia.
Naturalmente, la policía estaba afuera.
Un mesero muy nervioso nos atendió, se sacó mucho de onda cuando Daniel pidió para llevar algo. No supe si se había ofendido o si simplemente así era él.

El tráfico estaba de la chingada. (es el adjetivo mas correcto)
En una esquina no había semáforo. Había un franelero y un tragafuego dirigiendo el tráfico.

Contratamos a Polo Polo en pago por evento en casa de Teby y estamos cheleando.
Mi jefe y yo hacemos lecturas de guión con Daniel mañana.

El Koma llegó a la conclusión de que en esta ciudad las palmeras atacan a la gente.
Ya tenemos buen material para mi reportaje "Casetas: El enémigo natural del hombre"

...

07 marzo 2010

Bitácora. 1

Tenemos tres sujetos masculinos de diferentes edades y perfiles esperando en la salita.

Manuel, joven, por cumplir los 22 años, clase acomodada, Coeficiente de Eficiencia intelectual de 75-25 relación, familia original disfuncional, aislado de ella, padres divorciados y maltrato infantil. Culto y astuto, arrogancia como sistema de defensa psicológica, dependiente de sus relaciones afectivas.

Esteban, adulto joven, por cumplir 40 años, clase acomodada, Coeficiente de Eficiencia intelectual de 50-50 relación, familia original normal, familia formada disfuncional, incompatibilidad de carácter con su pareja, sin hijos, expectativas laborales y personales frustradas. Tímido, “love-shy”, dificultad de conversación, rutinario, aislado, hace trabajo hogareño, mientras la pareja trabaja.

Paulo, adulto mayor , clase baja, olor a pescado pasado, Coeficiente de Eficiencia intelectual 90-10, un superdotado, aunque con un índice de inteligencia social bastante bajo, es un fantasma, no sabemos nada sobre su familia, su única compañía es una perra labradora.

Los tres sujetos serán sometidos al experimento de aislamiento psicológico para estudiar sus reacciones…