26 septiembre 2013

Deseo

Mucho tiempo pensé que debía protegerte,
que si el mundo caía, debía cubrirte.

Ahora se que seguirás de pie entre las ruinas,
serás una estatua orgullosa. 

Una estatua que podría admirar por suaves y largas horas.

Me juré a mi mismo que nunca te haría llorar.
Ahora se que nunca debo jurar;
y no puedo jurarme a mi mismo que volveré
a secar las lágrimas que saqué de tus ojos,
a hacerte sonreír y conservar tu risa en mis memorias,
a pasear furtivamente bajo la lluvia
o caminar kilómetros mientras te cuento historias.

Ahora entiendo que un juramento no es un deseo.

Pero puedo contarte mi deseo máximo:
Reencontrarnos,
como dos entes extraños que reencarnan
y bajo el opaco adormecimiento de un amor,
hacer lo que debí hacer, lo que deseé hacer:
besarte larga y tiernamente,
y sellar el destino de todas nuestras vidas. 


18 julio 2013

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Según la tradición de construcción del mito, el héroe debe aceptar su destino. No lo acepta desde el principio.
Debe dudar.

Debe temer.

Según la ficción, nada más.  Según la ficción.

Nada más.

03 julio 2013

Seré

La serotonina en tu cerebro,
la arritima en tu corazón,
tus pupilas dilatadas,
el LSD en tu lengua,
el vigor en tu baile,
la suavidad en tus manos,
la humedad en tus labios,
la sonrisa en tu rostro,
el gemido de tu placer.

20 mayo 2013

Compañera

Compañera, caminemos,
mientras el mismo Sol nos quema con los años,
mientras recorremos los senderos que nos llevan a encontrarnos.

Sabes que camino solo,
nunca lo preguntas.

No se como caminas,
nunca preguntaré.

Miro tu piel.
Tu nariz.
Tu frente.
Tus mejillas.

Guardo tu imagen como una fotografía, hasta el día en que te vuelva a ver.

El Sol nos hace cada vez más viejos.
Tu cabello es cada vez más largo,
más cano.
Yo lo voy perdiendo.

Miro tus ojos.
Escucho tu voz.
Siento tu risa.
Eso no cambia. Nunca cambia.
Como el toque de tus manos y el calor de tu boca,
bajo las estrellas fugaces, en alguna de tus casas, o en alguna de las mías,
entre el maíz, en el hotel lujoso, o en el pequeño hostal,
en la ciudad colonial, en Berlín, o en aquel concierto.

Compañera,
acabo de caer en cuenta,
aunque estemos lejos,
ya envejecemos juntos.

Compañera.
Me gusta tu levedad.
Te gusta mi rigidez.

Compañera.
Caminemos por separado,
encontrémonos en el camino,
recobremos energías.

Así es mejor.

14 marzo 2013

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No quiero que seas un personaje secundario,
ni mucho menos combinarte en un solo personaje,
como si fueras igual que varios.
No quiero que seas un personaje utilitario,
quiero que acciones,
que seas esencial, importante, única,
principal,
en esta trama que no puede corregirse.

24 febrero 2013

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Esperaré esa rara orquídea,
que solo florece una vez,
recogiendo frutos del invierno,
acarreando del arroyo,
y si su color me revela,
bajo el Sol, la cuidaré.

El actor y el ser.

Se dice que un director no debe emitir juicios de valor. Yo no estaría necesaria y enteramente de acuerdo con esto, pienso que la dirección puede ayudarse y apoyarse de las convicciones personales y conclusiones del individuo sobre un tema; es posible que eso haga que la obra sea duradera y autoral, sin embargo, la responsabilidad del director en este sentido es enorme, debe dotarse de un universo de conocimiento variado, imparcial y con perspectivas claras para hacer uso de ello. Debe ser consciente del enfoque que toca y debe darle a su obra para que el filtro sea el adecuado. Escoger la parcialidad, de manera imparcial, eso es lo complicado.

En contraste, pienso que un actor no debe emitir juicios de valor a ningún nivel, (algo que me parece casi imposible de hacer para cualquier persona, pero tener ese ideal ayuda a tener un objetivo a seguir)
Tengamos en cuenta que un actor debe entender, caracterizar y personificar distintas personas, personajes, de la manera más adecuada, verosímil y auténtica posible (de nuevo, es importantísimo el universo de conocimiento del individuo).
¿De qué le serviría a un actor emitir un juicio sobre el personaje, sus usos, costumbres, su historia, su psicología y su contexto socioeconómico?
Pienso que la investigación y construcción son de vital importancia, pero el actor que emite un juicio sobre si su personaje es, por ejemplo, "bueno" o "malo" o si los efectos que él trae sobre la sociedad son "buenos" o "malos", si su personaje es "listo" o "tonto", si es "educado" o "maleducado", si es "víctima" o "victimario", etcétera, está alejándose tremendamente de una interpretación correcta, la está enfocando a un lugar con base en una conclusión personal, contaminándola y arrancándole su autenticidad.

Una persona, por lo general, no racionaliza ni cataloga su propio comportamiento. El comportamiento viene del ser, y el ser solamente es.

Un actor debería únicamente dotarse de conocimiento para lograr "ser" una persona.

"Ser", y nada más. Eso es lo complicado.

21 febrero 2013

Hay una cosa que siempre he querido que entiendas.

Hay una cosa que yo entiendo muy bien sobre el mundo:
No siempre puedes decir que amas a alguien. Pocas veces puedes decir que amas.

¿Por qué? Porque no siempre amas. Porque "amor" es una palabra de un significado muy grande. Porque a veces no te aman de vuelta. Porque es común valernos de mentiras y montajes, de disimular, para lograr ser correspondidos; porque se ha acuñado la palabra "conquistar" para hacerte digno de la compañía de una mujer, como si fuera una propiedad o un pedazo de tierra. Porque a nuestra psique le gusta el misterio y el peligro, son atractivos, y muchas veces el amor no lo es; el amor no es peligroso y alguien que ama no es misterioso.
Porqués hay por millares.

Es común que los cimientos de una relación no son el amor, sino la mentira. Y la mentira se tambalea, los cimientos son débiles, la casa se cae.

Es más común aún decir "me gustas", es más aceptado, es menos fuerte. Sin embargo, hay veces que no puede decirse.

Y hay una cosa que siempre he querido que entiendas:

La mayoría de la gente parece no entender lo que las palabras significan en toda su extensión. Las palabras se dicen fácil, flotan en el aire y son efímeras como burbujas que se rompen con el viento.
Pero hay palabras que se deben usar con más cuidado y selección.

La gente dice "me gustas", es muy fácil escucharlo, se dice en los antros, en los camiones, en las escuelas, en los trabajos, en los hogares, los dicen los jóvenes, los viejos, los de media edad, se dice en estado de ebriedad, lo dice gente sobria, lo dice gente drogada. Lo dice todo mundo.

Hay gente que teme al "me gustas". Otros no lo agradecen. Otros no lo regresan.
Ahora bien, nadie está obligado a regresar el gusto. Pero nadie tendría porque temer ser gustado por alguien, es una gran tontería no agradecerlo, no valorarlo.

Piensa en todo el significado de la frase "me gustas".
Dos palabras, una declaración tajante que significa que:

Hay una persona en este mundo a la que le gusta tu cabello.
Tus ojos.
Tu sonrisa.
Tu boca.
Tu color de piel.
Tu cuello.
Tu lunar en el centro de tu cuello.
Tus pecas.
Tus imperfecciones.
Tus dientes.
Tus brazos.
Tus manos.
Tus senos.
Tu ombligo.
Tu cadera.
Tus piernas.
Tus muslos.
Tu sexo.
Tus pantorrillas.
Tus pies.
Tu forma de caminar.
Tu timbre de voz.
Tu forma de hablar.
Tu forma de moverte.
Tu risa.
Tu sonrisa.
Tu felicidad.
Tu llanto.
Tus pucheros.
Tu tristeza.
Tu enojo.
Tu paz.
Tu edad.
Tu conversación.
Tu profesión.
Tu imaginación.
Tu forma de hacer las cosas.
Tu olor.
Tu forma de bromear.
Tu historia familiar.
Tus enfermedades.
Tus aficiones.
Tus virtudes.
Tus defectos.
Y todo lo que se te ocurra. Eso también le gusta.

Así que la próxima vez que alguien te diga que le gustas. Piensa en esto tan rápido como la frase suena; tienes algo así como un segundo.

Y decide si te asustas o no.

Porque después de un "me gustas", cosas buenas pasan.

Me gustas.

20 febrero 2013

Les comparto esta entrevista que me hicieron para "Cortos Verdes"

Aquí el enlace:

http://cortosverdes.blogspot.mx/2013/02/mauricio-calderon-mora-director-de-cine.html

I

La luz detrás del marco se miraba blanca,
frente a ella, estabas tú.
En el bullicio del trabajo, te detuviste,
yo cargaba un gran tubo de metal.

Dos miradas.
Dos saludos.
Un beso.
Dos despedidas.

Fingir indiferencia. Seguir trabajando.
Fue todo lo necesario para acercarnos.