Sentía joven espíritu. En mis sueños me siento así, como un niño de trece años.
Sonrío mucho en mis sueños.
Te sonreía, sentado desde la teja. Ponía la piñata con mi amigo, mientras tu hacías la fogata.
Uno de los imbéciles se te acercaba, yo lo veía detrás de ti, le gruñí desde lejos y se te alejó.
Te volviste a mí, me sonreíste de vuelta, dándome las gracias.
Yo te daba las gracias por estar ahí, después de años ausentes.
Tú aprendiste a odiar a los imbéciles.
Yo aprendí a odiar a las que no sonríen.
Eras la última, volé hacia ti, aterricé.
Te besé los labios... después ya no estábamos ahí.
Sin imbéciles ni bobas.
Y en el cielo sereno, vivimos sobre ellos, como los vientos caprichosos.
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