Éramos gaviotas inocentes,
volabas sobre el mar, yo volaba junto a ti.
Volamos muchas millas, vimos incontables soles salir y esconderse.
Descubrimos que el desolador desierto azul debajo de nosotros tenia belleza y vida.
Al sumergirnos, descubrimos todo lo que se escondía debajo de la embriagante luz cristalina,
también vimos de lejos a los monstruos en penumbras, seduciéndonos con la luz amarillenta de sus cabezas ambiciosas y hambrientas.
Nos asustamos y volamos fuera.
Una mañana, desperté y te busqué en tu nido.
No estabas, te habías ido al mar,
te habías sumergido de nuevo, en busca de la luz amarilla.
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