Estoy protegido,
impenetrable.
No veo hacia afuera, nadie ve hacia adentro.
no puedo salir, nadie puede entrar.
-
Bien.
Mi salud es buena, mi pulso también.
Estoy tranquilo.
Tranquilo.
-
En mi ira, olvidé hacer una entrada de aire.
Me falta oxígeno...
31 marzo 2011
30 marzo 2011
En un Cine.
No llevaba botanas para ella,
ni un centavo, ni emoción.
Evitamos las miradas por su culpa,
y la causa de su culpa es mi amor.
16 marzo 2011
Ficción
Por muchos meses, solo pensé en tí y tú a veces en mí.
Nos extrañábamos al no vernos. Temía no volver a mirarte cuando te marchabas, fui feliz sabiendo que dormirías con una sonrisa y que esa sonrisa era por mí. Tus sonrisas fueron mías, las mías fueron tuyas. Tu sonrisa fue lo más bello que existió, en un recuerdo, bajo un árbol, en un cine, en cualquier plaza, en los tacos o en tu jardín.
Soñaba tus ojos claros, escuchaba tu voz, quedándome quieto como un cachorro cansado, me adormilaba en paz, sabiendo que te amaba sólo por existir.
Soñaba tus besos, tiernos y suaves, cortos y largos, a veces melancólicos, a veces osados, a veces ambos, uno después del otro, o salteados.
Una vez lo hicimos, frente a las centelleantes luces de la ciudad, retándolas.
Me pediste que cediera, tomé tu mano, me la tomaste, te abracé, me abrazaste, sin importar mi delgadez, o mis pequeñas lonjas. Nos acercamos, sentí tu lisa piel y cuando suspiraste con mis cosquillas sentí que debía hundir mi rostro en tu cabello y besarte.
Te volviste a mis labios, y los juntamos despacio. Una y otra vez, esa vez sin tregua.
Reíamos mucho, me enseñaste a creer, te enseñé algunas cosas. Al tomarnos la mano me sentía vivo, acariciaba a quién esperé toda mi vida, y estaba feliz, porque me amabas.
Amaba tu risa, tu sonrisa, tu color, tu cabello, tus ojos y tu voz. Me amaba a mi mismo porque podía amarte. Te amaba solo por existir y reír y hablar y moverte.
A veces te vi llorando, te abracé y te dije cosas hermosas, que eran aún mas bellas por ser ciertas, me entristecía tu tristeza. A veces creí que yo te la causaba, y me sentía miserable.
A veces te vi enojada y trataba de alegrarte. Cuando te enojabas conmigo sentía un profundo temor.
Solo una vez bailamos, no se bailar, te cociné y te mostré mi hogar. Lavamos platos, jugamos con espuma, reíste mucho, tu risa curaba mis heridas.
A veces te vi temer, nunca supe por qué.
De pronto alguien gritó ¡Corte! y terminó la toma a mitad de la escena.
Todo fue ficción.
¡Wrap It Up!, aplausos.
Te fuiste, me fui.
Recuerdo casi todo y se que también tú.
Únicamente no recuerdo nuestro último beso, me odio por eso.
No recuerdo lo que siento, quiero matarme por eso.
Resultaste mejor actriz que yo actor.
Al final, todas tus tomas editaron perfectamente cuidando tu propia continuidad.
El editor tuvo que cortarme, nada hizo matching.
Nos extrañábamos al no vernos. Temía no volver a mirarte cuando te marchabas, fui feliz sabiendo que dormirías con una sonrisa y que esa sonrisa era por mí. Tus sonrisas fueron mías, las mías fueron tuyas. Tu sonrisa fue lo más bello que existió, en un recuerdo, bajo un árbol, en un cine, en cualquier plaza, en los tacos o en tu jardín.
Soñaba tus ojos claros, escuchaba tu voz, quedándome quieto como un cachorro cansado, me adormilaba en paz, sabiendo que te amaba sólo por existir.
Soñaba tus besos, tiernos y suaves, cortos y largos, a veces melancólicos, a veces osados, a veces ambos, uno después del otro, o salteados.
Una vez lo hicimos, frente a las centelleantes luces de la ciudad, retándolas.
Me pediste que cediera, tomé tu mano, me la tomaste, te abracé, me abrazaste, sin importar mi delgadez, o mis pequeñas lonjas. Nos acercamos, sentí tu lisa piel y cuando suspiraste con mis cosquillas sentí que debía hundir mi rostro en tu cabello y besarte.
Te volviste a mis labios, y los juntamos despacio. Una y otra vez, esa vez sin tregua.
Reíamos mucho, me enseñaste a creer, te enseñé algunas cosas. Al tomarnos la mano me sentía vivo, acariciaba a quién esperé toda mi vida, y estaba feliz, porque me amabas.
Amaba tu risa, tu sonrisa, tu color, tu cabello, tus ojos y tu voz. Me amaba a mi mismo porque podía amarte. Te amaba solo por existir y reír y hablar y moverte.
A veces te vi llorando, te abracé y te dije cosas hermosas, que eran aún mas bellas por ser ciertas, me entristecía tu tristeza. A veces creí que yo te la causaba, y me sentía miserable.
A veces te vi enojada y trataba de alegrarte. Cuando te enojabas conmigo sentía un profundo temor.
Solo una vez bailamos, no se bailar, te cociné y te mostré mi hogar. Lavamos platos, jugamos con espuma, reíste mucho, tu risa curaba mis heridas.
A veces te vi temer, nunca supe por qué.
De pronto alguien gritó ¡Corte! y terminó la toma a mitad de la escena.
Todo fue ficción.
¡Wrap It Up!, aplausos.
Te fuiste, me fui.
Recuerdo casi todo y se que también tú.
Únicamente no recuerdo nuestro último beso, me odio por eso.
No recuerdo lo que siento, quiero matarme por eso.
Resultaste mejor actriz que yo actor.
Al final, todas tus tomas editaron perfectamente cuidando tu propia continuidad.
El editor tuvo que cortarme, nada hizo matching.
14 marzo 2011
Verdad tras Imagen
Asustado en mi islote gris,
volaron todas mis aves,
escuché un estruendo,
rocíaron lluvia negra sobre mí,
no limpiaron la escoria,
inútil, lo anhelaba.
Cálida, en la otra costa,
apareció una figura;
un Sol, de rayos azules,
rosas y rubios.
Nubes grises lo cubrieron,
lo alejaron de mi vista.
Todo se volvió noche,
yo estaba muy quieto,
solo y digno.
No lloro,
siento un digno odio.
volaron todas mis aves,
escuché un estruendo,
rocíaron lluvia negra sobre mí,
no limpiaron la escoria,
inútil, lo anhelaba.
Cálida, en la otra costa,
apareció una figura;
un Sol, de rayos azules,
rosas y rubios.
Nubes grises lo cubrieron,
lo alejaron de mi vista.
Todo se volvió noche,
yo estaba muy quieto,
solo y digno.
No lloro,
siento un digno odio.
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