07 octubre 2010

Violencia

Hoy vi tus ojos negros, cristales brillantes,
que me hablaban de tu alma.

Te vi, caminando en tu vestido negro,
con tus piernas delgadas y tus brazos largos,
vi tu largo cabello castaño y liso, cayendo hasta tu espalda,
lo vi contra el Sol, brillando limpio, claro, vivo,
te vi sonreír y te escuché riendo y reímos juntos y también sonreí.

Y te abracé, y te dije "te quiero".

Te abracé un poco más, hasta que empezó a ser incómodo.
Y apreté mis labios con tu mejilla de la forma más gentil que pude,
y tu boca sonrió de nuevo, tus ojos empequeñecieron.

Después nos dijimos adiós, como todos los días.

Ahora eres una pila de carne,
con telas negras inertes,
y chorros de sangre saliendo de tí.

No veo tu rostro, no existes ya,
ni tus labios, ni tus mejillas, ni tus ojos para ver tu alma.

Animales se agarraron a tiros,
querían matarse entre sí, 
tu fuíste su alimento.

Nunca serás solo carne.
Tienes un nombre y un apellido, y una sonrisa, y una voz. Y una memoria.
Y tu voz y tu sonrisa siempre harán eco en mí.

Y cada eco se convertirá en una lágrima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acertado, triste y lamentable.

No puedo decir que me gusta debido a los hechos sucedidos, no me atrevo, pero me gusta, de la buena manera, tu sabes, me llega.