30 julio 2011

Amar el Cine

Siempre debes dedicar tu vida a algo que amas.
Amor incondicional, amistad, incluso amor platónico. En el peor de los casos un amor que implique sacrificio, pero que la satisfacción de sentirlo mitigue el dolor de las pérdidas.

Uno puede amar curar y ayudar, defender al desvalido. El peor de los amores, motivado por un sistema que basa la calidad de persona en su capital, es el amor por el dinero.
Todos de los cuales son completamente respetables en principio, por el simple hecho de tratarse de amor.

Es importante para mí aclarar que, en principio, no creo en la maldad. Pienso que los actos dañinos a doctrinas o personas son causadas por el amor enfermo y extremo hacia un ideal; en este sentido la defensa de los ideales es una forma de amor ciego.

Las controversias con respecto al arte son entonces manifestaciones del extremo amor hacia una postura, y también del inherente ego del artista, o del analista de arte.
El ego es para mi una manifestación clara de la falta de amor, se diría en términos más precisos, del odio, de una persona hacia si misma, quien necesita de un status puramente social y superficial, para demostrar a los demás la valía que tiene, pero que no está segura de tener.

En este sentido, el cine ha sido víctima de un secuestro, de tal suerte que personas comunes y corrientes, cuyo único objetivo debería ser contar historias, transmitir ideas, experimentar creativamente y divertirse trabajando para si mismos y compartir con la audiencia, han cambiado estos ideales por comprobarle a todo y a todos lo intelectuales que pueden ser, los jóvenes estudiantes de cine intentan comprobar lo cool que pueden llegar a ser, y pronto sustituyen el bello arte de la creación cinematográfica por fiestas orgiásticas con cocaína y poca disciplina, la falta de amor crea películas vacías, sin alma, y que solo satisfacen el status del creador, pero no su necesidad de expresarse. Mientras que los directivos de las instituciones se sienten cómodos dictando instrucciones acerca de cómo se debe hacer el cine, y decidiendo qué película es digna de hacerse o no, ya que ellos aprueban o niegan el presupuesto que se le debe otorgar a la misma.

Cuando a uno le niegan un apoyo y se entristece o se enoja, quiere decir que en realidad no se ama a si mismo, ni tampoco ama al cine. Un no es siempre un golpe al ego, y como dije antes, el ego no tiene nada que ver con el amor propio, ni con el amor al arte.

Lo primero que debe hacer uno es superar el conflicto con el ego y superponer, ante todas las cosas, el amor al cine y al arte.

Uno siempre debe entender que el amor está ante todo, y que el que ama el cine de verdad no cree que sea solo entretenimiento o narración, o poesía, idea, filosofía y/o ciencia.
El que ama el cine puede creer y aceptar que el cine puede serlo todo. Alto presupuesto, o bajo, producción independiente, o con una productora seria, una historia dramática o una comedia, cine experimental, con técnica impecable, o sin técnica.
El que ama el cine siempre quiere nutrirse, y no solo de cine, uno lee.
El que realmente ama el cine y se ama a si mismo, no necesita que le digan si su película es digna de hacerse o no, ni siquiera necesita el dinero para hacer la película.

¡El que ama el cine sacrifica todo por hacer su película! ¡El que ama el cine se pone a hacerlo y punto! ¡Una voz callada por circunstancias mundanas es una desgracia mayor!

-Gracias Diego A.M.G.

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