28 julio 2011

¿Por qué contar historias?

Homero Simpson cena con su familia, después de un pesado día de trabajo en la planta nuclear. Ese día conoció a Larry Burns, el hijo flojo del señor Burns, que es muy parecido al propio Homero.
Ese día se convirtieron en mejores amigos y lo cuenta con gran alegría y emoción a su familia.
Entonces Marge le dice que ya han tenido suficiente charla sobre Larry Burns, a lo que Homero responde que "a nadie más le ha pasado algo interesante hoy".
La cámara panea y vemos a Bart revisando un diamante con espejuelas, a Lisa con un yeso en un brazo y a Maggie, coronada como "La Niña Más Bonita".

Entendemos que diariamente, durante la hora de la cena familiar, los Simpsons se cuentan todas sus anécdotas e historias del día.

Hace miles de años, cuando el hombre primitivo era un neófito en el arte de vivir en la Tierra y la inteligencia floreció, los hombres comenzaron a interesarse por las historias que sus compañeros tuvieran que contar, muchas veces anécdotas sencillas de caza, alguna complicación en ella, o incluso la triste muerte de algún compañero de tribu.
El hombre primitivo, al igual que Homero Simpson, y al igual que todos los que tengamos un grupo familiar o cercano de amigos, contamos nuestras historias interesantes, pequeñas anécdotas o grandes dramas a los nuestros a la hora de la cena, ¡o a cualquier hora!

Incluso a veces tenemos secretos, superfluos o importantes, de amor o de odio, con otra persona. Los secretos no pueden guardarse por siempre, ¿Por qué?, ¡pues porque el ser humano no puede tener una historia por siempre dentro! ¡el ser humano es narrador por naturaleza! ¡y es que la vida, bien contada, es sumamente interesante, tan hermosa o terrible como lo quiera el narrador!

Pero, ¿qué pasa cuando lo hemos escuchado todo? ¿qué pasa si ya nada nos sorprende?, pues entonces se inventa, por la exclusivamente humana necesidad de catarsis, el arte de la narración, el arte de mentir, de ocultar información, de hacer un rompecabezas con la realidad, tergiversarla, hasta llegar a una novedosa forma de narrar, que emocione a nuestra audiencia.
El arte de mentir para decir la verdad.

Los apasionados al cine somos narradores; hemos escogido la forma más complicada de narrar una historia, una que necesita de equipo técnico y humano numeroso, dinero, logística, planeación artística con el rompecabezas para inventar una historia más grande creado por el hombre.

El narrador de historias arma el rompecabezas, o contribuye a armar el rompecabezas.
Pero es un rompecabezas sin forma, ni final. La imagen no es clara desde el principio, y puede cambiar y moldearse a voluntad.
Al final, cuando el trabajo se hace con amor y disciplina, todo tiene sentido, es la mejor imagen posible, la mejor narración y estructura. Es una mentira que bien podría ser verdad. La verdad es belleza, la belleza es verdad.
El narrador crea belleza.
Y cuando la audiencia escucha, y reacciona ante la belleza que has creado para ellos, sacrificando cosas y casi sin querer, es la mejor sensación del mundo. Eres listo, sabes contar bien una historia, y tu historia puede ser parte del arte que salve al mundo y que le recuerde a las personas su humanidad y las aleje de la indiferencia y la frialdad con sus congéneres.

¿Por qué contar historias?
¡Pues porque es divertido! ¡Es un reto al ingenio y un placer para la mente! ¡Es emocionante contarlas y escucharlas (o verlas en el cine)!, ¡porque es una necesidad humana enorme y cada hombre debería intentarlo!, ¡porque no hay nada mejor que saber que has contado bien una historia!, pero sobre todo ¡porque debe de gustarte!

Y lo que venga más tarde, es solamente añadido, y realmente no debería importar...

P.D.: Ese episodio de los Simpson termina con un genial chiste de humor negro que no es integral con la trama, pero le da una cereza al delicioso pastel, un buen sabor de boca al final, que siempre se agradece, logrado seguramente por un artista de la narración.

No hay comentarios: