Por sorprendente que pueda parecer, el contacto con el arte, al igual que el contacto con el poder, es capaz de corromper y envilecer a una persona impreparada.
Un ego inflado, producto del daño de muchos años, tal vez durante una mala infancia ó adolescencia, pueden llevar a un joven atraído por las artes, a utilizarlas para adquirir status y reconocimiento.
El que lo logra, trabajando poco o mucho, puede creérselo, envileciendo aún más, y siendo una muy posible carta de propaganda del Estado, al ser cegado por el status y los lujos obtenidos, alejándose del amor propio y el contacto con la realidad. (La Política es exclusiva y estrecha y pocas veces implica amor y progreso.)
Las escuelas, los teóricos, becadores y otras instituciones suelen generar el mismo efecto en sus alumnos, siendo de trascendencia menor, generan snobs y miembros improductivos del círculo artístico.
Es importante estar dotado, primero, de un criterio amplio, saber no tomar nada como una verdad absoluta (porque el arte no es una ciencia) y después de eso, cada alumno por su cuenta y cada escuela, teórico, becador u otras instituciones, deben tomar en cuenta las consideraciones del maestro Boris Goldenblank, acerca de Andrey Tarkovski, sobre la consciencia de la responsabilidad del artista, su honestidad y amor hacia si mismo y la humanidad para, y por, la que trabaja y que debe ayudar a salvar.
El amor es, según Tarkovski, únicamente unilateral, cualquier otra forma de amor no existe y es irreal. Cualquier amor que no implique darse totalmente, no lo es.
El amor del artista hacia si mismo, su obra y la humanidad, debe ser enorme, un sacrificio.
Por eso tal vez en la película "El Séptimo Sello" de Bergman, los personajes de Jof y Mía son dos artistas al márgen de la sociedad, simbolizan la esperanza del mañana y representan siempre el amor y la luz, un amor incondicional y considerado hacia el resto de los personajes, quienes terminan aprendiendo (sobre todo Anthonius Block, el caballero) sobre la sencillez y el amor, o sobre lo efímero y hermoso de la vida.
Cualquiera que entienda y practique esto, es digno de admiración y respeto.
Estoy eternamente agradecido con dos personas que amo mucho, una de ellas el maestro Boris, la otra, una musa, por haberme enseñado y hecho entender esto, con la combinación de conceptos, análisis, pasión, confrontación y un estado de ánimo óptimo para ello.
Comparto esta reflexión, con la esperanza de transmitir lo que pienso y la felicidad que me produce hacerlo.
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