¿Qué caso tiene escribirte, si es la evocación de tu imagen lo que regresa al profundo sentimiento? ¿Qué caso tendría cambiarlo, traducirlo?
¿Qué caso tendría enmarcarte en una ficción, cuando lo real es bello y suficiente? No necesita decoración.
¿Qué caso tiene fotografiar por un brevísimo instante a una modelo que no eres tú, para que lo parezca, sólo para mentirme a mi mismo?
Lo mejor es pintarte como la imagen que miro y miré. Poco a poco recrearte en lo etéreo, paladeándolo largamente.
Para al final, tenerte en imagen fiel para mí.
Y que sientas lo que veo desde mis ojos, como otra declaración de amor.
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