El viento sopla en sus cabellos,
eriza poco a poco sus poros.
Cierra sus ojos, me muestra sus párpados.
Abre su boca, como esperando,
inclina su rostro hacia el mío.
El viento comienza a soplar, por nosotros.
No me sorprende que sus negros ojos brillen,
bajo la clara sombra de los árboles tristes,
viejos como el amor del mundo en las almas.
No me sorprende que sus negros cabellos bailen,
al ritmo de la música del viento,
que nos sana, como besos en el tiempo.
Me cubre, como la sombra cubriendo los montes.
La noche se enfría,
sus ojos cristalizan.
Puedo ver la fuerza en los ojos,
la fuerza de los míos no son nada,
contra la fuerza de su llanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario