Jadeando, sediento, sudando, con el corazón agitado.
Respiré suavemente.
Volvió a mí el silente vacío... oscuro.
Poco a poco, segundo a segundo, me sentí atrapado, asfixiado.
La oscuridad tomó formas, se acercaban a mí.
Aprisionándome, atormentándome, reclamándome.
Los sonidos volvieron.
Eran gritos de horror, ensordecedores.
Gritos de muerte, ira y violencia.
Gritos de placer.
Me amenazaban, mientras mataban, consumían, devoraban...
La silente oscuridad desapareció.
Entonces entendí.
Eran los sonidos de la creación.
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